Traspasaste mis límites externos y paradójicamente me ayudaste a derrumbar los míos.
Y contigo disfruté del amor, aún con la certeza de que sería efímero. Evidencié que la vida es contradicción y yo también lo soy.
Ahora me despido, quiero mi rincón de calma y estoy volviendo a él. Prefiero conservar mi sonrisa y el brillo de mis ojos, ojos que deciden no mirarte.
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